Aire contaminado en escuelas de minorías: un histórico problema
Francisco Miraval / EFE News
Cuando Casey Mullen llegó hace dos años a la Universidad de Utah para iniciar su doctorado en Sociología inmediatamente observó el aire contaminado sobre Salt Lake City, capital del estado. Ahora, sus nuevas investigaciones comprobaron que esa contaminación afecta desproporcionadamente a las escuelas y barrios de minorías y espera contribuir al cambio.
“La contaminación del aire se relaciona con las industrias contaminantes y con la conducta de las personas, como conducir. Y también con la geografía. Pero cuando esa contaminación tiene un desproporcionado impacto racial y étnico algo más está sucediendo”, dijo Mullen en entrevista telefónica.
“Es un problema histórico que afecta a comunidades de bajos ingresos que viven cerca de industrias o que no pudieron impedir que las industrias llegasen a sus vecindarios”, agregó.
PROBLEMA REGIONAL
Al otro lado de las Montañas Rocosas y en otra capital estatal, en Denver, la capital de Colorado, Sandra Padilla lucha desde hace años contra la contaminación del aire en su vecindario, Swansea, con más de un 60 % de hispanos, ubicado junto a la carretera Interestatal 70 y entre varias industrias y una refinería, la única en todo Colorado.
“La escuela primaria a la que asisten mis hijos está a metros de la carretera. La contaminación llueve desde la carretera a la escuela”, dijo Padilla, que calificó de “intolerables” el polvo y ruido procedente de esa vía de comunicación.
DATOS EN TIEMPO REAL
Como parte de sus estudios, Mullen, su profesora consejera, Sara Grineski, y otros expertos de la Universidad de Utah analizaron la calidad del aire en 174 escuelas de Salt Lake City y encontraron una “distribución ambiental desigual” del aire contaminado, afectando más a establecimientos con importante presencia de grupos étnicos minoritarios o de bajos recursos económicos.
Los resultados, que serán publicados en el número de julio próximo en la revista especializada Environmental Research, refleja que el aire contaminado se detectó con mayor frecuencia en escuelas públicas y en escuelas semiprivadas (chárter o de patronato) “con poblaciones estudiantes predominantemente de minorías”.
“Vivimos en una sociedad de industrias contaminantes y a menos que se cambien las fuentes de nuestras industrias, la contaminación persistirá. Es un problema complejo y difícil de resolver”, indicó Mullen.
Pero ahora por primera vez cuentan con datos en tiempo real de sensores instalados en las distintas escuelas de Salt Lake City por el Departamento de Calidad de Aire de Utah para conocer la contaminación del aire en cada una de los centros.
DESIGUALDAD
Tanto Mullen como Grineski tienen una sola palabra para describir esa situación: injusticia.
“La persistencia de estas injusticias -desde aire bastante limpio, pero todavía con un nivel de contaminación dañino para la salud hasta días de aire horrible- en las escuelas que sirven a estudiantes de minorías raciales y étnicas es inaceptable”, afirmó Grineski en declaraciones preparadas al presentar el nuevo estudio.
“No se puede prestar atención en la escuela y tener buen rendimiento académico si se respira aire contaminado. Es un tema de justicia ambiental”, reafirmó Mullen.
SOLUCIONES
A corto plazo, dijo, se pueden implementar ciertas medidas paliativas, como mejorar los sistemas de filtración del aire en las escuelas o construir paredes para separar a las escuelas que están cerca de carreteras de los ruidos y de la contaminación generados por esas carreteras.
A largo plazo, una solución permanente sólo será posible si las comunidades afectadas se movilizan para que aquellos en puestos de decisión (legisladores, gobernadores, congresistas, funcionarios federales) adoptan reglas y leyes que protejan la calidad del aire en los barrios de minorías.
En diciembre pasado, una “lluvia amarilla” emitida por la refinería de Suncor cubrió el vecindario de Padilla en Denver durante varios días, afectando a siete escuelas con mayoría de latinos en esa zona.
“La salud de nuestros hijos está en constante peligro. Hemos acudido a muchas personas e incluso a la justicia y aún esperamos respuestas”, comentó Padilla.
ESTUDIAR SIN DAÑAR LA SALUD
Y Mullen enfatizó que la disparidad social y racial de la contaminación ambiental es un hecho ya conocido por los numerosos estudios que catalogaron esa disparidad en todo Estados Unidos. Sin embargo, explicó, la mayoría de esos estudios se basan en promedios anuales de presencia de las dañinas partículas PM2.5 en el aire y no en datos en tiempo real.
Futuros análisis se enfocarán en determinar las razones de la disparidad y en incluir a las comunidades afectadas como parte del estudio porque “tenemos que reconocer y respetar las voces de quienes viven allí”.
Además, se trabajará en colaboración con la recientemente creada Red de Calidad de Aire de la Universidad de Utah (AQ&U), que busca, entre otras metas, promover nuevas reglas para la construcción de los edificios de nuevas escuelas y seleccionar mejor los lugares de esas escuelas.
“Es necesario cambiar las políticas públicas para que los niños en edad escolar no estén estudiando en un ambiente perjudicial para su salud. Las leyes federales exigen que los niños vayan a la escuela. Por eso, debería haber leyes federales que exijan que el aire de las escuelas sea aire limpio”, declaró Mullen.“No necesitamos más investigaciones. Lo que necesitamos es una protección equitativa de la calidad del ambiente en todas las escuelas, sin ruido y sin contaminación del aire”, concluyó.