Covid-19 puso en evidencia la negligencia en centros de cuidado de ancianos
Kleibeel Marcano / Reporte Hispano
En los Centros de Cuidado para Ancianos, ancianatos como se les llama en algunos países de Latinoamérica, reside el 0.6% de la población de Estados Unidos. Sin embargo, 40% de todas las muertes en el país a causa del COVID-19 han ocurrido en estos establecimientos de cuidado a largo plazo. Más de 43 mil ancianos han fallecidos desde que comenzó la pandemia según las cifras de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Este desproporcionado número de muertes entre personas mayores de 65 años no sólo se le puede atribuir a su usualmente frágil condición de salud, sino también al estado de negligencia en que funcionan un gran porcentaje de Centros de Cuidad para Ancianos en el país, aseguró Charlene Harrington, gerontóloga y profesora de Sociología y Enfermería en el Universidad de California en San Francisco, durante la teleconferencia de prensa efectuada por Ethnic Media Services (EMS).
Harrington señaló que en los últimos 20 años han habido serios problemas en la calidad del servicio que ofrecen estos ancianatos. “El 70% de estos establecimientos son con fines de lucro, y ganan dinero reduciendo el número del personal, pagando salarios muy bajos y no ofreciendo seguros médicos ni beneficios a sus empleados”.
La gerontóloga explica que antes de la pandemia, un análisis de las estadísticas federales realizado por Kaiser Health News determinó que tres cuartos (75%) de los centros de cuidado para ancianos tenían una inadecuada cantidad de personal, carecían de suficientes enfermeras y el 61% tenían violaciones en las medidas de control de infecciones. “Esto permitió que el virus se extienda como un incendio salvaje en los ancianatos”, dijo.
A estas precarias condiciones se unen los insuficientes equipos de protección personal (EPP) para los empleados y residentes de los ancianatos y las escasas pruebas del COVID-19 que se efectuaron, la cuales se les realizaron a las personas con síntomas en vez de efectuarse a todo el personal y a todos los residentes de estos centros de cuidado.
Al no hacerse las pruebas a todos, muchos empleados de estos ancianatos infectados con el COVID-19 pero asintomáticos, contagiaron a otros residentes. Por los bajos salarios que reciben estos trabajadores, muchos de ellos tienen dos trabajos, por lo que el contagio se incrementó, no sólo a ancianos sino también a sus familiares. La gran mayoría de los trabajadores de los centros de cuidado de ancianos pertenecen a los grupos minoritarios.
La profesora universitaria esta en contra de las restricciones en las visitas de los familiares a los ancianatos. Explica que esto incrementa el deterioro de las personas mayores ya que el confinamiento social los lleva a estados depresivos más fácilmente, además de dejar a los residentes de estos establecimientos en una situación de vulnerabilidad mayor ante posible negligencia de los trabajadores del ancianato, quienes por falta de personal o EPP pudieran poner en mayor riesgo a los ancianos. “Ahora los residentes no tienen a su lado a sus familiares que aboguen por su cuidado”.
Por otra parte, Harrington rechaza la inmunidad legal que unos 20 estados del país les ha otorgado a estos centros de cuidado. “Los centros de cuidado para ancianos han hecho creer que ellos han estado en el lugar equivocado, al momento equivocado, y que no tienen nada que ver con la expansión de la infección en sus establecimientos. Sabemos que esto no es verdad, hay pruebas de negligencia en muchos casos, no solo falta de pruebas y material EPP, también falta de personal capacitado, enfermeras y fallas en las medidas de control de infecciones, entre otras”, dijo .
Recomienda retirar a sus familiares de los ancianatos a quienes puedan asumir el cuidado de ellos, aunque reconoce que esto no es una opción para muchas familias.
Aumentan los casos
En la conferencia de EMS, el doctor Tung Nguyen profesor de la Universidad de California en San Francisco, reportó que en 21 estados han tenido aumentos considerables del número de nuevas infecciones del COVID-19. Unos 14 de estos estados han presentado el incremento más grande en nuevos casos en los últimos siete días desde el inicio de la pandemia.
En su opinión, esto no sólo se debe a la mayor disponibilidad de las pruebas para el COVID-19, lo cual permite que más personas sean evaluadas, sino al relajamiento de las medidas de distanciamiento social, las restricciones en los estados, y el menor uso de mascarillas faciales por parte de la población.
En el caso de las personas mayores, Nguyen dijo que las estadísticas señalan que el índice de muertes entre los infectados mayores de 54 era del 1%; en la población entre 55 años y 84 años del 3% al 11%; y para los mayores de 25 años de10% a 27%.
Las personas mayores, por estar dentro del grupo de alto riesgo, han tenido que soportar un aislamiento social más estricto, lo que ha llevado a muchos a padecer de enfermedades mentales como la ansiedad y la depresión, enfermedades cardiovasculares y aumentos en los síntomas de enfermedades inmunológicas.
Farida Sohrabji, del Departamento de Neurociencia y Terapia Experimental del Colegio de Medicina A&M de Texas, explicó que el COVID-19 genera inflamación en los órganos internos que a su vez generan depresión.
De igual modo, el virus afecta también al cerebro al entrar por la sección de receptores del olfato, una parte que esta implicada en la depresión.