Nostalgia cubana de la Avenida Bergenline en La Trilogía Cubana del Hudson
La avenida Bergenline del condado de Hudson, la arteria comercial más grande del área tri-estatal y algunos dicen que de los Estados Unidos, va camino a convertirse en un mito: primero fue en los cuentos del Pulitzer dominicano Junot Díaz, y luego en la novela del escritor cubano Enrique del Risco.
Del Risco se para en la esquina de la calle 63 y Park Avenue, en West New York, y señala un edificio en la esquina, allí se imaginó que debía estar Wonder -aunque después terminó ubicándolo en la avenida Bergenline- el personaje de su laureada novela “Turcos en la Niebla” ganadora del XX Premio Unicaja de novela Fernando Quiñones (2018), en España
Del Risco explica que la literatura se hace para inventar mitos y ayuda a entender mejor las cosas, desde otra dimensión, a darle una mirada desde otro ángulo que no es el que vemos en los noticieros o en la conversación diaria.
Sin embargo, ya que su novela transcurre por momentos en la avenida Bergenline, un símbolo de la presencia cubana del exilio en Nueva Jersey, hace mención que los cambios: menos cubanos y negocios cubanos en la zona, son naturales.
“En Bergenline cuando yo llegué aquí, en los 90, ya empezaba ese proceso, y ya había cierta nostalgia del carácter cubano. Antes fue italiano, por ejemplo. Creo ese cambio de carácter de la avenida es la naturaleza de zonas como ésta donde la confluencia de la llegada de tantos inmigrantes le cambian el rostro, para mí lo verdaderamente triste es que pierda su carácter de arteria vital que conecta a todas las ciudades que sirve, su carácter de confluencia de culturas
Para Del Risco su carácter multicultural debe ser bienvenido.
“Bergenline es un símbolo de esta confluencia de todas las culturas que han arribado a la zona; culturas de origen latino, donde nos comemos un anticucho peruano, un pollo salvadoreño, una pupusa o un congrí cubano, como no existe en América Latina”, anota el cubano, “quiero decir que la América Latina existe aquí como un lugar real, donde los latinoamericanos somos una cultura reunida; no se si unida que eso es más complicado, pero mientras en América Latina estamos separados, en esta calle, en esos comercios de Bergenline de pronto nos reconocemos como una familia”.
En ese sentido sostiene que lo que ha ocurrido es una ganancia: en lugar de ir ahora a Bergenline a buscar un pedazo de Cuba uno va y encuentra un pedazo de todo un continente.
Los personajes del Risco en la novela, Wonder, Alejandra, British, y El Tico, son implacables a la hora de criticar algunos usos y costumbres de su comunidad, pero indica que lo hace desde el territorio del respeto.
“No, hasta ahora no he recibido ninguna crítica de mi comunidad. Yo creo que la comunidad cubana, como cualquier comunidad, busca reconocimiento y si este se hace -me imagino yo- desde el respeto y el conocimiento, porque sucede en la comunidad de Hudson donde sucede gran parte de la novela, es un conocimiento cercano, profundo y amoroso de alguna manera y creo que eso se nota en el libro”.
Del Risco es de alguna manera, no sólo un cronista e interpretador sino también un filósofo con un talante abierto, de correa ancha, sobre el propio devenir de su comunidad.
“Reconocerse, es algo que todo individuo y comunidad debe hacer, implica que todos tenemos un lado ridículo con el que hay que reconciliarnos. Yo creo que si hay algo valioso en una comunidad debe someterse a la risa y a la burla porque esa risa y esa burla nos está diciendo que hay de verdad, que hay de sólido en ese ser, en esa comunidad”.
“Turcos en la Niebla” es una novela que cumple su cometido: toca las fibras más íntimas de sus lectores porque cubanos o no cubanos todos buscamos “saber cuál es nuestro lugar en este mundo” y de eso se trata.
Escribir la novela mencionada le demoró 7 años de su vida, sobre todo los veranos, y forma parte de lo que llama “La Trilogía Cubana del Hudson”, éste año, merced a la pandemia fue más rápido, terminó de escribir el segundo libro: “Los Cimarrones del Village”, una historia de los exiliados cubanos que llegaron a estas costas desde principios del siglo XIX, con Cirilo Villavarde, el gran novelista cubano del siglo XIX, como personaje principal.