Las armas de asalto, la obsesión de Joe Biden que sigue segando vidas 

Prohibir las armas de asalto ha sido una de las principales peticiones del presidente Joe Biden desde que llegó al Gobierno y lleva desde entonces exigiendo al Congreso que actúe para prohibir estas armas de guerra que acaban siendo usadas en tiroteos como el que ocurrió en una escuela de Nashville.

Audrey Hale, de 28 años, identificada oficialmente como una mujer transgénero,  entró en una escuela cristiana y disparó hasta ser abatida por la policía: cargada con dos armas de asalto y una pistola.

Tres niños y tres adultos han fallecido por este nuevo suceso que ha conmocionado a un país en el que las armas de fuego son parte del día a día de miles de ciudadanos y en el que cada vez es más frecuente la existencia de personas que presencian y sobreviven a tiroteos masivos.

También llevaba un arma de asalto, un rifle AR-15 (los más populares), Salvador Ramos, el joven de 18 años que el 24 de mayo del año pasado se atrincheró en la ya famosa escuela primaria Robb de Uvalde, en el sur de Texas, matando a 21 personas.

Y Niklos Cruz, quien en febrero de 2018 mató a 17 personas e hirió a otras 17 con un rifle AR-15 en la escuela secundaria Stoneman Douglas en Parkland (Miami, Florida).

Había también varios rifles de esta categoría en la habitación del hotel Mandalay Bay de Las Vegas (Nevada) desde la que Stephen Paddock abrió fuego en octubre de 2017 contra los asistentes a un concierto al aire libre. 60 muertos y más de 800 heridos dejó el tiroteo más mortal en la historia de Estados Unidos hasta la fecha.

Y se utilizaron además fusiles automáticos en la masacre de la discoteca Pulse de Orlando (2016, 49 muertos) y en el tiroteo de la Escuela Primaria Sandy Hook (2012, 27 muertos).

Mientras que los estadounidenses deben tener 21 años antes de poder comprar alcohol legalmente y de entrar en un bar, en la mayoría de los estados del país pueden comprar un rifle de asalto a partir de los 18 años. 

De hecho, muchas leyes tienen requisitos de edad más estrictos para comprar pistolas que para los rifles de estilo militar, que se han convertido en el arma más utilizada en los tiroteos masivos de los últimos años.

Un arma de asalto es un fusil creado originalmente para ser utilizado por el Ejército por sus características: es efectivo, rápido y potente.

El AR-15 es un fusil ligero semiautomático, con cargador de diferentes capacidades. Al ser semiautomático el usuario debe apretar el gatillo para disparar cada bala, pero el arma se prepara automáticamente para disparar de nuevo.

Una mujer Nashville reza frente al memorial de las víctimas de un tiroteo en una escuela religiosa.

Tras lo sucedido en Nashville, Biden volvió a repetir su mantra contra estas armas: el Congreso ha de trabajar para prohibirlas. Suele decirlo cada vez que hay un suceso violento en la nación y también lo repitió en su último discurso sobre el Estado de la Unión, en el que pidió a los legisladores que prohíban “las armas de asalto de una vez por todas”.

“Dirigí la lucha para prohibirlos en 1994. En los 10 años que la prohibición fue ley, los tiroteos masivos disminuyeron. Después de que los republicanos dejaran que expirara, los tiroteos masivos se triplicaron. Terminemos el trabajo y prohibamos las armas de asalto nuevamente”, apuntó en febrero.

Biden recordó así la Ley de Control de Delitos Violentos y Cumplimiento de la Ley aprobada por republicanos y demócratas en 1994, cuando el demócrata Bill Clinton gobernaba, y que permitió prohibir, aunque limitadamente, a nivel federal las armas de asalto.

Esta ley cubría solo ciertas categorías de armas semiautomáticas y contenía además una “disposición de caducidad” que permitía que la prohibición expirara en 2004, como finalmente sucedió, cuando el conservador George W. Bush gobernaba.

Con un Congreso dividido con los republicanos dominando la Cámara Baja y los demócratas la Alta, el actual presidente estadounidense no lo tiene fácil para que se apruebe una ley que saque de las calles estas armas hechas para la guerra, que terminan colándose en colegios y acabando con la vida de niños.