Mexicano cree estar inmune al virus pero no se confía
Pascual Sánchez, de 75 años, ha conseguido un trabajo de tiempo completo: rociar las manos de alcohol para desinfectar a los compradores que ingresan a una tienda de 99 centavos, en la tercera cuadra 300 de la avenida Main, frente al Center City Mall de la ciudad de Paterson, es un trabajo sencillo pero lo pone en la primera línea de defensa contra el coronavirus.
Son las cuatro de la tarde del martes y en menos de 15 minutos ingresan unas 10 personas. En la puerta hay un letrero que dice que no ingresan aquellos que no tengan máscara y guantes.
Pascual rocía el alcohol sobre los guantes de los que ingresan. Una mujer de unos 30 años hace caso omiso e ingresa sin guantes. Le dice que le muestre la palma de sus manos y que a la hora que salga también le debe poner alcohol. “es por tu propia protección,” le dice.
Otro hombre, con tatuajes en los brazos, que si tiene guantes y mascarillas le pregunta si no debería someter al alcohol a los que salen en lugar de los que entran.
“No importa, a la hora que salgas también te echo,” le responde y ahuyenta la polémica.
Pascual, originario de Tlaxcala, México, tiene la memoria compartida de su padre, Eusebio Sánchez, sobreviviente de la llamada gripe española, que entre 1918 y 1920 acabó con 40 o 50 millones de personas, y según el diario El Universal de México hizo sucumbir a 300 mil mexicanos, 3,000 de ellos del estado de Tlaxcala.
“Mi padre solía contarme que la gente moría como moscas y que de asustados no querían ni salir de la casa,” relata Pascual.
El padre de Pascual sobrevivió a la gripe y llegó a los 85 años, la esposa lo sobrevivió y llegó a vivir 103 años.
“En esa época no había la tecnología de hoy entonces ¿Como se explica que mis padres sobrevivieron? ”, se pregunta.
Don Eusebio le relataba a su hijo que vio morir a amigos y conciudadanos, pero no se dejó arrastrar por la fatalidad y se cuidaban en lo que comían y lo que tocaban. No se acercaban a las personas que tosían.
El mexicano supone que su familia tenía un sistema inmunológico fuerte, gracias a la buena alimentación que le daban en casa y a que sus padres tomaron conciencia rápidamente que debían protegerse. No llego a saber si utilizaron mascarillas.
Pascual pregunta si por esa razón podría tener cierta inmunidad ante el COVID-19. Pero según el doctor Félix Aguilar, Director Médico del Chinatown Medican Service desde Palmdale, California, en niega rotundamente que los sobrevivientes (y sus descendientes) de esa pandemia sean inmunes al COVID-19.
“No es posible, es como decir que porque a mi padre le ha dado sarampión yo estoy inmune” dice el médico Aguilar.
Tampoco cree posible que las personas que hayan tenido algún tipo de influenza son inmunes, porque el virus muta cada año.
Pascual Sánchez, sin embargo, no se ha confiado y ha tomado doble protección. Se pone mascarillas y guantes desde que sale de la casa hasta la hora del regreso. Entrando al hogar desecha los guantes y la mascarilla. Además coloca toda la ropa en una bolsa y la deja al aire libre tres o cuatro horas antes de lavarla. Es un hombre activo. Todas las mañanas hace planchas y lagartijas, flexiones y trota en el mismo lugar.
Para demostrar que lo que dice es cierto se toca las puntas de los pies con las manos varias veces seguidas. La flexibilidad que muestra es demostrativa de la verdad.
El tlaxcalteca dice que complementa su estilo de vida con una buena alimentación baja en grasas, azúcar y sal.Al final, afloja su más recóndito sentimiento: le ocurre que anda enamorado de una dama colombiana de 41 años y, se explaya, es correspondido. Los demás detalles son parte de su fuero íntimo.