Trabajadoras domésticas dicen ser esenciales y piden seguridad
Las trabajadoras domésticas, mayoritariamente de grupos minoritarios e inmigrantes, han sido afectadas de manera desproporcionada tanto por el COVID-19 como por la crisis económica generada por la pandemia, y enfrentan múltiples retos a medida que avanza la apertura del país, advirtió la National Domestic Workers Alliance (NDWA).
“La crisis del COVID-19 ha sido una de opciones imposibles para nuestra fuerza laboral, que por mucho tiempo ha sido invisible y subvalorada”, declaró la directora ejecutiva de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar, Ai-jen Poo, durante una conferencia sobre el impacto que ha tenido la pandemia en las trabajadoras domésticas.
Poo dijo que para muchas de estas mujeres, particularmente aquellas que trabajan como enfermeras y niñeras, y que carecen de seguridad laboral, días de enfermedad y seguro médico, no existió la opción de quedarse en casa durante la peor parte de la crisis porque proveen un servicio esencial para la población más vulnerable al virus. “Y lo hicieron sin equipo de protección, sin acceso a los test de COVID-19, sin seguro, con un salario promedio anual de 16.000 dólares. Por eso, pagar las cuentas y cubrir gastos ya era todo un desafío antes de la crisis”, aseguró la directora ejecutiva.
Ahora que la mayoría de estados están reabriendo sus economías, a pesar de que la crisis sanitaria continúa, es importante la orientación clara y concreta en todos los niveles gubernamentales para garantizar la seguridad de todos, advirtió Poo.
“Mientras la Casa Blanca y los líderes del Senado se rehúsan a dar más apoyo, nosotros hemos preparado algunas recomendaciones de expertos para ayudar a las familias que contraten a las trabajadoras y para las trabajadoras que están regresando a trabajar”, agregó sobre una guía disponible en la web de esta organización, y también en español.
Susie Rivera, una estadounidense de origen mexicano y que cuida a un anciano en Texas, aseguró en la teleconferencia que en las últimas semanas las horas de trabajo se le han reducido considerablemente, de 110 horas semanales a 40, a pesar de que el gobierno estatal ha iniciado la apertura económica y que los casos de COVID-19 siguen subiendo.
“Estoy trabajando menos horas, pero ahora estoy más estresada. En todos estos años que he estado trabajando nunca pensé que tendría que hacerlo de la forma en que lo estoy haciendo. No tengo el equipo conmigo y me considero una trabajadora esencial y estamos en el frente de la batalla”, dijo Rivera, de 63 años.
La mujer aseguró que no se siente segura en Texas, al igual que muchos otros residentes, ahora que la economía estatal se está abriendo, y dijo que al no tener equipo básico teme contagiar a su cliente y esposa, quien padece una enfermedad crónica, y al resto de su familia.
“Desde que Atlanta reabrió ha sido muy estresante, oigo de nuestro gobernador que las cosas están mejorando, pero no equivale con la realidad”, dijo por su parte Linda Walton, quien trabaja cuidando personas mayores en Georgia.
“Los casos positivos se están casi duplicando desde que el estado comenzó reabrir. Como una trabajadora esencial que está en la primera línea de batalla y como una mujer de color siento que tengo más riesgo de contraer el virus”, añadió. Haeyoung Yoon, directora de políticas de la NDWA, pidió al Senado la aprobación del proyecto de ley conocido como ‘HEROES Act’, que prevé dar asistencia económica a muchas de estas trabajadoras que no recibieron ayuda en el anterior paquete de estímulo.