54 millones de personas, entre ellos 18 millones de niños, enfrentan hambre en EEUU
Kleibeel Marcano / Reporte Hispano
La inseguridad alimenticia y el hambre en el país se ha agravado significativamente desde que se inició la pandemia del COVID-19. Según un modelo económico de la organización “Feeding America”, 54 millones de personas, incluyendo 18 millones de niños han experimentado o experimentarán inseguridad alimenticia en el 2020, señalaron varios expertos en una teleconferencia realizada por Ethnic Media Services (EMS).
David Beckmann, Presidente Emeritus de la organización Bread for the World, señaló que previo a la pandemia 37 millones de personas, incluyendo 11 millones de niños, presentaban inseguridad alimenticia y hambre.
Las familias con niños son las más afectadas. Según un análisis de las encuestas semanales de la Oficina del Censo realizado por Lauren Bauer del Proyecto Hamilton en semanas recientes, alrededor de 14 millones de niños (es decir, una sexta parte de todos los niños en los hogares del país) no están recibiendo los alimentos que necesitan. Esta cifra es cinco veces más alta que antes de la pandemia.
En las familias de grupos minoritarios (latino, afroamericanos, indígenas), las cifras son 2,5 veces más elevadas, en comparación con la comunidad anglosajona.
Ami L. McReynolds, Director de Programas y Equidad de la organización Feeding America, afirmó que desde mediados de marzo, cuando se inició la pandemia, se ha incrementado la demanda de alimentos y se ha reducido la disponibilidad de los mismos en los bancos de alimentos. “El 100% de los bancos de alimentos han reportado un incremento del 60% en sus servicios, por el impacto del COVID y los desafíos que ha creado la pandemia. Muchas de las personas que ahora estamos sirviendo antes eran voluntarios o donantes de alimentos”.
McReynolds explicó que “en el país más rico del mundo” millones de personas enfrentan hambre e inseguridad alimenticia (no contar con suficientes alimentos saludables durante un periodo de tiempo) por los bajos ingresos económicos, el aumento del costo de vida, carencia de suficientes viviendas asequibles, el impacto del racismo sistemático, la distribución de los alimentos en la cadena comercial y la experiencia personal de cada individuo.
“Frente al aumento del costo de la vida las familias tienden a reducir primero su presupuesto para alimentos, por ser más flexible que pagar la renta o las cuentas de los servicio públicos. Como resultado, no pueden adquirir los alimentos necesarios”, dijo McReynolds.
La organización que dirige McReynolds reparte alimentos y recursos para la lucha contra el hambre en 60 mil lugares en toda la nación. Los estados del sur del país, así como las reservas indígenas, son las zonas que presentan una mayor demanda en los bancos de alimentos, según la funcionaria.
Los bancos de alimentos se han tenido que adaptar con nuevos modelos de distribución para minimizar el contacto y la exposición al virus de sus trabajadores y clientes, siguiendo los protocolos de salud de los CDC.
Medidas para combatir el hambre
David Beckmannconsidera que el problema del hambre en el país no se debe al desconocimiento de la magnitud del mismo, sino a la falta de voluntad política. “No se le ha dado la importancia a este tema, los políticos tratan de no usar la palabra hambre y pobreza,” afirma.
Destaca que los programas de ayuda alimentaria como SNAP deben extenderse e incrementar el monto del beneficio. “Esto haría una gran diferencia en los próximos 3 a 5 años”.
Por otra parte, aclara que no se puede terminar con el problema del hambre solamente dándole comida a la gente. Es importante que las personas pueda obtener con su trabajo los alimentos que necesitan. Para ello, deben incrementarse los salarios, crear créditos impositivos para personas de bajos ingresos, eliminar las barreras raciales y permitir a los inmigrantes participar abiertamente en la economía.
En esto último, destaca que muchas familias inmigrantes que padecen hambre no están buscando ayuda, ni siquiera en los bancos de alimentos, por temor a que sean catalogados como “una carga pública” y no puedan regularizar sus estatus migratorio en el futuro. Otros simplemente por temor por su situación irregular. “Una reforma migratoria permitiría que los inmigrantes obtengan trabajos mejor remunerados”, dijo.
En este sentido, tanto Beckmann y McReynolds instaron a las personas que padecen inseguridad alimenticia y hambre, hacer escuchar su voz a través del voto en las próximas elecciones.