Trillizos cubanos se abren paso en el ballet de EE.UU
Ana Milena Varón / EFE
Los trillizos César, Marcos y Ángel Ramírez, de 24 años y unidos por la pasión por el baile desde que dieron sus primeros pasos en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, han conquistado un espacio en EE.UU. y uno de ellos protagoniza ahora “The Phoenix”, en Los Ángeles.
“Este logro de uno es el logro de los tres”, dijo César Ramírez sobre su papel en esa obra, un ballet inspirado en la fantasía cinematográfica que combina elementos de películas como “Harry Potter” y “El Laberinto del Fauno”.
Este papel protagónico representa una oportunidad importante en la carrera de César, quien es parte del Ballet de Los Ángeles y fue llamado por el coreógrafo Chasen Greenwood, escritor y productor de “The Phoenix”, para que participara en esta novedosa propuesta.
“Es una obra diferente y muy innovadora”, sostuvo el bailarín, nacido en Trinidad, una ciudad del centro de Cuba.
Entre el público de la obra estuvieron sus hermanos respaldándolo como siempre lo han hecho.
“Nosotros nos ayudamos mucho en todo”, contó César, que fue el segundo de los trillizos en nacer, con un minuto de diferencia sobre el primero.
Aunque siempre estuvieron muy unidos, el ballet terminó de sellar el vínculo entre ellos. “Desde pequeños si veíamos que alguno estaba haciendo un brazo incorrecto o una cabeza o una mirada que estaba mal, lo decíamos y nos corregíamos”, señaló.
Los trillizos siempre han seguido “el mismo camino”. Cuando su madre los llevó a una función de “El Cascanueces” en diciembre de 2007 en Cuba, los tres sin dudarlo escogieron ser bailarines. “Después de ese día comenzamos a saltar, a girar y bailar por todos lados”, dice César.
Hijos de los artistas Remberto Ramírez y Marta Castellanos, los trillizos estuvieron desde muy pequeños inmersos en el mundo del arte, especialmente en la pintura, pero se inclinaron por el ballet clásico.
Con esa decisión comenzaron a entrenarse para lograr un lugar en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, donde causaron sensación.
En el escenario con el mismo vestuario es casi imposible distinguirlos ya que poseen la misma contextura física, el mismo tono de piel y el mismo corte de pelo. “Nos gusta sentirnos como una unidad”, señaló César.
También tienen el mismo talento y la misma disciplina, cualidades por las que recibieron un ofrecimiento de la Rock School for Dance Education de Filadelfia, adonde llegaron en 2018.
Después de tres años en Filadelfia, César y Marcos recibieron un ofrecimiento para hacer parte de Los Angeles Ballet, mientras a Ángel lo requirió el Atlanta Ballet.
La distancia no los ha separado; todos los días se hablan y cada mes viajan a visitarse. Tampoco se han olvidado de Cuba.
La misma conexión la tienen con sus padres. Ellos son “el hilo que une” sus almas, dijo con nostalgia César sobre su familia y la isla.
Reconoce que el sabor de Cuba y del Caribe les ha permitido llegar hasta donde están, y está seguro de que los llevará a convertirse en los mejores, como lo ha sido el bailarín cubano Carlos Acosta, quien hizo historia en el Royal Ballet, la primera compañía de ballet del Reino Unido.
Para César su “mayor inspiración” son sus hermanos. “Son los que me empujan a seguir adelante”, aseveró.
Aunque quisiera obtener el puesto de primer bailarín, asegura que lo que más le interesa es sacar la “mejor versión” de sí mismo, algo que considera la fórmula del éxito.
Ese tesón quiere mostrarlo en la obra de Greenwood, quien fue designado “Mejor Coreógrafo Joven” de la asociación de grupos de danza Regional Dance America Southwest con su compañía Los Angeles REALM.
En “The Phoenix”, que él califica de “única”, aprendió entre otras cosas a usar una espada para una escena en la que se desarrolla una pelea.
Al igual que sus hermanos, agradece la oportunidad que le han brindado los escenarios estadounidenses. Su mayor deseo es dejar en alto a Cuba y de paso a sus hermanos y sus padres. “Son el motor de mi vida y los aplausos que reciba son para ellos”, concluyó.