Nueva oleada de menores pone en foco albergues del Gobierno
La nueva oleada de menores centroamericanos que llegan a la frontera con México sin la compañía de un adulto vuelve a poner en el foco las condiciones en las que estos jóvenes indocumentados son recluidos en los albergues abiertos por el Gobierno federal.
De acuerdo a las más recientes cifras de la Patrulla Fronteriza, unos 32.952 niños indocumentados no acompañados fueron arrestados a lo largo de la frontera con México desde el 1 de octubre del 2015 hasta el 30 de abril del 2016.
El número supone un incremento del 74 por ciento, si se compara con la cifra de 18.889 menores arrestados el año pasado durante el mismo periodo. La mayoría de los niños detenidos durante el presente año fiscal 2016 provienen de Guatemala, El Salvador y Honduras, respectivamente.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) estima que actualmente se está arrestando un promedio de 200 menores indocumentados no acompañados diariamente a lo largo de la frontera con México.
Cuando estos menores no acompañados centroamericanos son arrestados por un agente de la Patrulla Fronteriza, los niños deben ser entregados en un plazo de 72 horas al HHS, el brazo del Ejecutivo responsable de buscarles una casa de acogida segura mientras la Justicia determina si pueden permanecer en Estados Unidos o si deben ser expulsados a sus países de origen.
Visto por fuera, un albergue de Phoenix luce como un complejo de apartamentos, pero por dentro se parece a una escuela normal de cualquier vecindario del estado, según pudo constatar Efe durante una visita al local.
“Este es uno de nuestros albergues permanentes. En este lugar los niños reciben cuidado médico, consejería y pueden comunicarse con sus familiares por medio de llamadas telefónicas”, explicó Andrea Helling, vocera de HHS, durante la vista guiada a las instalaciones.
La vocera aseguró que muchas cosas se han aprendido desde que la primera oleada de niños centroamericanos no acompañados cruzara la frontera en el 2014, dejando a unos 60.000 menores en improvisados albergues. “Esta vez estamos preparados en caso de que las cifras continúen aumentando, tal y como ha pasado en los últimos meses”, aseguró.
Detalló que ahora el HHS tiene la capacidad de aumentar el número de camas disponibles a medida que se requieran a través del país.
Helling explicó que los menores pasan aproximadamente un periodo de 32 días en los albergues, mientras se tramita el proceso para encontrar a sus padres o familiares más cercanos que puedan hacerse cargos de ellos.
De acuerdo a cifras de HHS, aproximadamente tres cuartos de los niños que se encuentran en sus 100 albergues en 12 diferentes estados del país son mayores de 14 años de edad y dos tercios de ellos son hombres.
La vocera reconoció que “no todo es perfecto”, sobre todo tras las denuncias del año pasado de que varios de estos niños habían sido víctimas de tráfico humano por parte de uno de sus patrocinadores, asunto sobre el cual aseguró que están tomando amplias medidas para que no vuelva a ocurrir.
No obstante, para activistas como Michele Rudy, los albergues establecidos son realmente “cárceles” para niños. “Son múltiples los maltratos físicos y mentales a los que están expuestos estos jóvenes”, confesó Rudy, quien trabaja con los niños centroamericanos no acompañados una vez hayan salido de los albergues.
La activista aseveró que los abusos comienzan desde que dejan sus comunidades de origen ya que son “presa” fácil del crimen organizado, siendo víctimas de robos, secuestros e inclusive violaciones.
Una vez que los niños logran cruzar la frontera son detenidos por la Patrulla Fronteriza en la frontera con México y son colocados dentro de celdas provisionales, comúnmente conocidas como “las hieleras” por las bajas temperaturas que hay adentro debido al aire acondicionado. “Después son sometidos a duros interrogatorios, porque simplemente ‘no les creen’ que sean víctima del crimen organizado”, concluyó.