La industria de las armas tiene en la mira a los niños
La industria de las armas de fuego en Estados Unidos sigue los pasos a la del tabaco y apunta a los más jóvenes, incluso niños, para asegurarse su futuro, alerta un informe difundido por la organización Violence Policy Center (VPC).
Esta organización no gubernamental con sede en Washington muestra cuán familiares son las armas para muchos niños estadounidenses y las trágicas consecuencias de ello en un informe de 54 páginas, que brinda más argumentos a los defensores de la necesidad de controlar las armas en un país donde es un derecho constitucional usarlas.
El informe empieza con un recuento de algunos de los casos más conocidos de menores armados que han causado la pérdida de vidas humanas, y su portada está ilustrada con una foto de un niño pequeño con una pistola en la mano y rodeado de armas y municiones.
VPC advierte que la madre del tristemente famoso Adam Lanza, el autor de la matanza en una escuela infantil en Sandy Hook de 2012, negó la víspera de la divulgación del informe que el de la foto sea su hijo, pero la imagen del niño armado hasta los dientes sigue siendo igual de triste e impactante.
El informe cifra en más de 1.300 los menores de 18 años que murieron en 2014 en EE.UU. en hechos relacionados con armas, mientras que para el periodo 1999-2014 da la cifra de 23.000.
Los homicidios son la principal causa de esas muertes (699 en 2014 y 13.756 en el periodo mencionado), seguidos de los suicidios (532 y 6.903). Detrás van los disparos no intencionados.
El informe incluye ejemplos de todo tipo, publicitarios y gráficos incluidos, para basar su denuncia de que la industria de las armas de fuego y el lobby armamentístico están apuntando a los niños y advierte de que no es algo reciente.
La base de consumidores de esta industria en Estados Unidos, principalmente hombres blancos, está envejeciendo y la posesión de armas en los hogares está declinando de manera acusada.
Desde 1977 hasta 2014 el porcentaje de los propietarios de viviendas que admiten tener armas en su hogar ha disminuido un 40 %, a la par que la caza ha ido perdiendo popularidad, dice VPC.
Aún así, en 2014 casi un tercio (32,4 %) de los propietarios de viviendas reconocía tener algún arma en casa. El mayor porcentaje del periodo se alcanzó en 1977 (53,7 %), según cifras del Informe Social General desarrollado por el Centro Nacional de Investigación de Opinión de la Universidad de Chicago.
En cuanto a la caza, en 1977 un 31,6 % de los adultos estadounidenses vivía en un hogar en el que uno o dos adultos era cazador, mientras que en 2014 el porcentaje era de 15,4 %.
Entre los ejemplos de lo familiarizados que están muchos menores con las armas en este país VPC menciona que existen cuentos, historietas y revistas especializadas dedicadas a los mini aficionados al tiro, y que hay empresas que se presentan como las mayores proveedoras de rifles “para el mercado juvenil”.
También hay cada vez más armas en el mercado diseñadas especialmente para tiradores poco corpulentos, según dice VPC citando medios del sector, y pistolas, rifles y revólveres de colores vivos, especialmente el rosa para mujeres y niñas.
La poderosa Asociación Americana del Rifle no oculta las intenciones de la industria como muestra una frase extraída de una de sus publicaciones y reproducida en el informe: “el futuro de nuestra libertad -y de nuestro legado de usar armas y cazar- reside en nuestros niños y nietos”.
Un capítulo del informe está dedicado a los vídeojuegos, en los que, según VPC, la industria armamentística ve tanto una amenaza, porque compite con ella como fuente de recreación de los menores, como una oportunidad de ganar mercado entre los jóvenes.
En el apartado de las recomendaciones, VPC se hace eco de la que brinda la Asociación de Pediatría de EE.UU. en primer lugar: si quiere que sus hijos estén seguros “no compre armas, especialmente las de mano”.
Además pide que se prohíba completamente la adquisición, posesión y uso de armas de fuego por parte de menores de 18 años para las largas y de 21 para las cortas.
También cree que se deben aplicar a las armas los criterios existentes para el alcohol y el tabaco en lo que tiene que ver con la publicidad y promoción de sus productos y desarrollar una campaña educativa para que padres e hijos conozcan realmente los peligros de las armas.