Un médico expandillero busca ayudar a pandilleros

James Maciel cambió su vida de vandalismo en las calles de Los Ángeles por otra en un departamento de cirugía tras graduarse este año de Medicina y convertirse en un ejemplo para que otros jóvenes dejen las pandillas.



“Quiero ser un buen cirujano en salas de emergencia en zonas de bajos recursos, donde viven personas que como yo andaba en las calles”, explicó Maciel, quien se graduó en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).



Maciel trabaja ahora como médico residente en el departamento de cirugía del Centro Médico Harbor-UCLA, entidad que atiende un alto el número de heridos por violencia callejera en el sur de Los Ángeles y donde los especialistas lo entrenan para ser cirujano.



“Es una gran bendición para mí ser ya un médico, porque a mí me dispararon pandilleros en la calle, pero no me cayó ni un balazo”, recordó de los días en los que solía pintar paredes con grafiti.



El médico agradece haber tenido la oportunidad de estudiar medicina gracias a una beca y busca en el futuro impulsar un proyecto de apoyo a heridos por violencia entre pandillas.



“¿De qué sirve que en el hospital los suturemos y después los regresamos al barrio donde les alimentan deseos de venganza?”, se preguntó este médico californiano de 34 años.



Precisó que la manera de intervenir ese ciclo de violencia, que lleva muchas veces a la muerte, es proveerles a los pandilleros oportunidades de estudio, trabajo y llevarlos, incluso, a vivir a otro vecindario.



Maciel recuerda también los seis meses de cárcel que pasó en 1997 por portar un arma y andar pintando las paredes en las calles junto con amigos de una escuela secundaria de Santa Ana.



“La que me hizo recapacitar fue mi esposa Priscilla, con quien hoy tenemos tres hijos, porque me dijo que me iba a dejar cuando tenía el primer niño y estaba embarazada del segundo”, recordó Maciel.

“Yo la amo y como soy pintor mi papá me consiguió trabajo pintando anuncios; cuatro años después con Priscilla comenzamos a estudiar en el colegio comunitario”, recordó.



Maciel fue becado por el programa de liderazgo “Prime” de UCLA en el que estudiantes de medicina sirven en hospitales de comunidades de bajos recursos al graduarse.

“No pueden dejar que los errores del presente definan quienes serán en el futuro”, aconseja Maciel a los jóvenes bajo riesgo de pandillas en las calles de Estados Unidos.



“Donde yo crecí nadie pensaba en estudiar en la universidad, me costó graduarme, pero hoy soy médico. ¿Si yo pude, porqué tú no?”, se preguntó el doctor de origen mexicano.



Agregó que cuando comenzó a estudiar, también pensó en combinarlo con su otro deseo de ser capellán “para apoyar a mis pacientes dándoles esperanza de vida”.



Christian De Virgilio, presidente interino del departamento de cirugía de Harbor-UCLA, dijo que lo logrado por Maciel “es único”.

“Él vino de un fondo de desventaja y era un padre cuando todavía era un adolescente”, subrayó.

“No solo ha logrado graduarse de una de las escuelas de medicina más importantes del país, sino que fue aceptado en una residencia en cirugía muy competitiva”, señaló el especialista originario de Argentina.



Por su parte, Priscilla Maciel, graduada en sicología de la Universidad Estatal de California en Fullerton, dijo que “significa muchísimo ver que James ya es médico”.



“Toda la comunidad está muy orgullosa de él, porque es un buen ejemplo para los jóvenes”, agregó.



“A las novias o esposas de jóvenes en situaciones duras sólo les aconsejo que siempre estén ahí cuando las necesitan, el amor es clave para ayudarlos”, concluyó.