La nieve no detiene a septuagenaria

Para Carmen García, de 70 años, puertorriqueña nacida en la hermosa zona de Fajardo, conocida como la Metrópoli del Sol Naciente, la tormenta de baja intensidad que azotó Nueva Jersey no fue cosa de chiste.

Pese a sufrir de dolores a la rodilla, producto de la artritis reumatoide que la acosa desde hace unos años, tuvo que salir a palear la nieve después de que “histórica nevada” se convirtiera en una nevada como cualquiera.

“No es de las peores que he sufrido. Para cuando ocurrió lo de Sandy estuvimos una semana sin luz, se me malogró toda la comida del refrigerador y mi hija tuvo que venir de Baltimore para llevarme a su casa mientras todo volvía a la normalidad,” relata doña Carmen, mientras arrea la nieve con la pala.

El lunes de la semana anterior, otro temporal de nieve la obligó a salir a palear la nieve, pero dos adultos y un niño de 12 años que pasaban con un camión se apearon para ayudarla. “No tengo plata para pagarles,” les dijo. “No se preocupe venimos a ayudarla,” respondieron.

Pero no siempre aparecen buenos samaritanos para echarle una mano.

Mientras nos unimos a una vecina del lugar, pala en mano, para ayudarla a limpiar su parqueo -allí un letrero la protege de vehículos extraños indicando que el lugar está reservado para personas como ella con “desabilities”-, la puertorriqueña dice que en medio de su drama, tuvo razones para celebrar.

La misma mañana de la tormenta del 27 de enero, nació su bisnieta a las 7:30 de la mañana, Imani Clevel Maldonado, con siete libras de peso y 21 pulgadas de altura “yo no podía llevarla porque tenía el carro aún cubierto de nieve y llamé a la ambulancia,” dice.

Doña Carmen celebró preparándole unos macarrones con queso a su otra bisnieta que tiene en casa, misma que todas las mañanas la lleva a la escuela No 15 de Passaic.

La puertorriqueña vive mas de 40 años en Nueva Jersey, pero desde hace 15 años las cosas se le complicaron porque enviudó.

“Mi esposo era de Cabo Rojo (Puerto Rico) y tuvimos 5 hijos, hace cinco años se murió uno de ellos y me quedé con cuatro. Y tengo cinco nietos y cinco bisnietos, que son mi adoración, gracias a Dios,” dice emocionada.

Actualmente doña Carmen recibe la ayuda de su nieta, con quien comparte la casa. “Sin ella, con franqueza yo no estuviera viviendo, estaría viviendo en la calle, por que lo que recibo de pensión no me alcanza” enfatiza.

A estas alturas de la vida la fajardeña guarda hermosos recuerdos de su ciudad natal, ya hace 15 años que no va y piensa que ya no irá más.

Padece, además, de presión alta y una enfermedad cardiaca que de vez en cuando saca las garras, pero nada de eso le quita la alegría de ver la sonrisa de su bisnieta.

Y ahora, al cierre de ésta edición, esperaba que su nieta le traiga a su casa a su nueva bisnieta. “Estas niñas son la única alegría que me da la vida,” finaliza.