Café Tacvba en busca del equilibrio

Vida y muerte, esperanza y violencia, pasado y futuro. Ante un mundo de interrogantes e incertidumbres, los mexicanos Café Tacvba aseguraron que con su último disco “Jei Beibi” trataron de alcanzar el punto medio entre contrastes y polos opuestos.

“Es como si estuviéramos buscando un equilibrio ante todo esto que vivimos, no ya como mexicanos sino como seres humanos, de todas las cosas que están pasando en el mundo”, explicó en una conversación telefónica el guitarrista Joselo Rangel.

“Es sorprendente que estemos en este siglo y todavía existan cosas como el racismo o todas estas luchas de religiones. Es un mundo que está cabrón”, remató el músico, que comparte aventuras en el grupo con su hermano Quique Rangel, Rubén Albarrán y Emmanuel del Real.

Con casi treinta años de apasionante carrera para erigirse en una de las bandas más carismáticas y singulares de la música popular latinoamericana, Café Tacvba realiza una gira por Estados Unidos, con paradas en ciudades como Los Ángeles, Dallas, Boston o Nueva York.

Cinco años después de “El Objeto Antes Llamado Disco” (2012), un álbum envuelto en sonidos electrónicos y etéreos, Café Tacvba regresó en 2017 con “Jei Beibi”, un trabajo en el que la inspiración del grupo voló en muchísimas direcciones diferentes.

“Sobre todo lo sentimos muy fresco (…) y a mí me sorprendió el resultado. Hay muchos ritmos con los que antes no habíamos experimentado. Las melodías y las letras, al mismo tiempo que son frescas, también tienen algo de profundidad”, aseguró Joselo Rangel al comentar que en “Jei Beibi” percibió “una especie de renovación o de nueva energía” en el conjunto.

Tal y como sucedió en su obra maestra “Re” (1994), “Jei Beibi” se tira de cabeza al eclecticismo: del rock alternativo de “Disolviéndonos” al pop electrónico de “Automático” pasando por la reinterpretación de un bolero en “Enamorada” o la vocación experimental de “Futuro”.

Precisamente esta canción, que fue el primer sencillo de “Jei Beibi”, ejemplifica el juego de contradicciones que domina las letras del álbum: “La muerte dijo sí, yo digo que no, la vida dijo no, yo digo que sí. Al final qué importa, si muerto en vida sobreviví”.

 

“Es un disco que tiene mucha reflexión sobre la vida y la muerte. Pero es muy extraño porque también hay luz en las canciones (…) Existe como una contradicción o un equilibrio, tal vez, entre algo luminoso y algo oscuro”, argumentó Rangel.

 

Como muestra, contó que los integrantes de Café Tacvba han descubierto que “Futuro”, una canción para nada infantil, ha gustado mucho a los niños de sus fans, que les han mandado vídeos de pequeños bailando y cantando este tema.

 

También se refirió a “1-2-3”, una canción que bajo su radiante melodía pop esconde una reflexión sobre los desaparecidos en México con una referencia a los 43 estudiantes de Ayotzinapa; o “El Mundo En El Que Nací”, un tema íntimo sobre la paternidad y el porvenir de las nuevas generaciones.

 

“Hay muchas preguntas, dudas, pero nosotros estamos viviendo al mismo tiempo que nuestro público. Y creo que el mensaje más claro es que nosotros tampoco tenemos las respuestas”, apuntó.

 

Concretamente, el guitarrista aludió a que ésta va a ser la primera gira de Café Tacvba en Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump y sus controvertidas ideas migratorias que están afectando sobre todo a los hispanos.

 

“No somos políticos y no tenemos forma de arreglar ciertas cosas en la política, pero sí les llevamos (a los latinos) música que tiene alma y corazón para poder resistir o tener esperanza”, apuntó Rangel, quien añadió que proporcionar “un momento de felicidad o de fiesta” en estos tiempos complicados también “es muy necesario”.

 

Inquietos e incapaces de estancarse en un mismo estilo, Rangel comparó el afán de experimentación de la banda con “tomar una fotografía del grupo” en cada momento: “Siempre somos distintos, escuchamos cosas nuevas y, aunque haya otras iguales porque seguimos siendo los cuatro, la música, los ritmos y los temas van cambiando”.

 

No obstante, afirmó que, al final, lo que queda de aquellos chavales que empezaron a hacer música en Ciudad Satélite (México) son sus canciones y su capacidad para “conectar” con el alma de sus seguidores: “Espero que eso sea lo que perdure del grupo”.