Amenaza al aborto, agravaría más la salud de las latinas

Ana Milena Varón / EFE

Organizaciones sanitarias temen que una derogación del derecho al aborto en el país empeore la salud reproductiva de las latinas, especialmente de las indocumentadas, que ya enfrentan limitaciones en el acceso a la atención médica, a lo que se suma el miedo a ser reportadas ante inmigración.

Rosa Valderrama, portavoz del Instituto Nacional de Latinas por la Justicia Reproductiva (Latina Institute), dice que los obstáculos se acentúan más cuando se trata de cuidados de salud reproductiva, como el embarazo, el control de la natalidad o el mismo acceso al aborto.

La experta teme que una posible derogación del aborto, un derecho que el Tribunal Supremo parece abocado a eliminar en las próximas semanas, pondría en una delicada situación a miles de latinas de bajos recursos o inmigrantes indocumentadas.

“Es muy preocupante”, advierte Valderrama.

LATINA EN TERRITORIO REPUBLICANO 

Valderrama cuenta que en las sedes de su organización en Florida y Texas se han reportado historias de mujeres que tienen miedo de ir a sus citas médicas debido a la presencia de las autoridades de inmigración en el trayecto.

También han denunciado la presencia de agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas ( ICE) afuera de las clínicas. “El miedo a la separación familiar, detención y deportación lleva a muchas latinas y personas inmigrantes a evitar por completo los servicios de salud reproductiva”, subraya Valderrama.

La situación empeorará si el Supremo revoca el derecho al aborto, que ese tribunal consagró en la histórica sentencia “Roe contra Wade” de 1973, agrega.

El Comité de Acción Política del Caucus Hispano del Congreso (CHC) señaló esta semana que eliminar la protección al aborto tendría un “impacto desproporcionado” sobre las latinas, afroamericanas y otras mujeres de grupos minoritarios.

En todo el país las latinas constituyen el 24,8 % de las mujeres que recurren al aborto, según el Instituto Guttmacher, que ha analizado esos datos durante los últimos 50 años.

El comité ahondó que la peor parte la llevarán las indocumentadas.

“Los puestos de control de la Patrulla Fronteriza en estados del sur como Texas pueden dificultar el viaje de latinas indocumentadas a clínicas en otros estados donde el aborto es más accesible”.

Añade que la eliminación de las protecciones al aborto impactará a las mujeres de bajos recursos en el país: el 49,3 % de las mujeres que han recurrido a un aborto en EE.UU viven en el nivel federal de pobreza, según el Guttmacher.

En ese sentido, Valderrama dice que las latinas de bajos recursos que viven en estados con restricciones para el aborto, como Texas, donde se ha prohibido el aborto después de las seis semanas de embarazo, “a menudo no tienen ni el tiempo ni el dinero para viajar a un estado diferente para obtener el cuidado de salud que necesitan”.

Otra de las preocupaciones de los activistas es el impacto a los esfuerzos para que las mujeres de grupos minoritarios busquen cuidado de salud reproductiva.

“El cuidado de salud reproductiva es crucial para que toda familia viva con dignidad y justicia”, indica Valderrama.

La ginecoobstetra Érica Montes explica  que el trabajo para impulsar a las latinas a cuidar su salud reproductiva en EE.UU. ha ido creciendo en los últimos años pero que “aún no falta mucho”.

La médica, que tiene su práctica en Arizona, destaca que, según su experiencia, las jóvenes latinas están buscando cada vez más información sobre los métodos de control de planificación familiar.

Pero el reto sigue siendo “convencer” a las madres latinas a hablar del tema. “Creen que si se comienza a hablar de este tema temprano con sus hijas, las jovencitas se van a embarazar”, indica Montes.

A esto se suma la falta de médicos especializados que hablan español, y los mitos que hay que derrumbar. “Muchas creen que se van a engordar, o que van a tener problemas con los ovarios. La única forma de aclarar esto es preguntarle a tu médico”, señala la especialista.

Una experiencia que Marisol Ruiz no ha tenido a sus 21 años. La mexicana, que vive en el Valle del Río Grande (Texas), dice que su situación económica y estatus migratorio le han impedido consultar a una ginecóloga.

“Sí me gustaría ir porque no me quiero embarazar”, cuenta.Valderrama manifiesta que para muchas mujeres con bajos ingresos, las citas de obstetricia y ginecología son su única visita regular al médico y un punto de entrada para muchos de los servicios de salud preventiva, desde controlar los niveles de presión arterial hasta la detección de cáncer de mama y cervical.