Vendedora de plantas se reinventa 

Hasta ahora nos enteramos; no solamente hay flores para el amor, el mal de ojo, la buena fortuna y otros imposibles también hay plantas que resuelven esos imposibles, y Nataly Chanchay, ecuatoriana, ha encontrado en ellas un modo de vida.

Chanchay ingresa a un restaurante con una manta de colores atada en la espalda, de aquellas que en el ande se usan para cargar a los hijos, llevando su plantas, algo poco frecuente, porque lo que más se ve son vendedoras de rosas, que en algunos paraderos de buses o intersecciones de calles ofrecen los ramos o también suelen ofrecerlas por unidad, en bares y discotecas.

Ella es una de los miles de inmigrantes que han llegado en los últimos años y que, como muchos de ellos, se dedica al comercio ambulatorio. Y ha descubierto un nicho de negocio que le viene a la medida.

“Hemos venido a trabajar, no le robamos el puesto de trabajo a nadie. Sólo queremos un mañana mejor para nuestros hijos,” dice Nataly, que con su pequeño negocio ayuda a sostener a su hijo y a su nuera, que tiene un hijo de corta edad.

En los Estados Unidos lleva una vida comercial  diferente, que en Quito, el trayecto de venta era más corto, en cambio aquí tiene que recorrer varias ciudades, pagar estacionamientos en cada lugar, trabajar más tiempo, acatar  leyes distintas, aprender el idioma. “Me estoy reinventando a cada momento, pero todo vale la pena por salir adelante,” dijo. 

La ecuatoriana vende sus plantas en las calles de Passaic, Elizabeth, Newark, de lunes a sábado, de vez en cuando cruza el río Hudson y se va a vender a Jackson Heights, Queens, NY, “donde hay mucho paisano también,” afirma.

Entre los comensales, apenas vocea su producto y los nombres de cada una de las plantas “rituales”, la llaman para preguntarle los precios.

“Yo quiero llevarme una porque no tengo plantas en el departamento,” comenta Paul Bareto, residente de Perth Amboy, en un restaurante de Passaic, y compra una planta, la que se denomina “El tronco de la felicidad” también conocido como El Palo de Brasil. Los botánicos le dan el nombre de Dracena Fragrans.

Esta planta suele crecer hasta los seis metros de altura si se siembra en tierra pero no hay que preocuparse, explica, en interiores, cultivada en macetero, puede llegar hasta una altura máxima de dos metros.

La vendedora le ofrece dos por el precio a Paul, pero no convence a su cliente.

Sostiene que en esencialmente las plantas son saludables cuando se instalan en el hogar “porque absorben la energía de dentro de la casa”.

Chanchay nació en Quito capital del Ecuador, y allí vivió hasta hace dos años en que decidió emigrar a Estados Unidos. Actualmente es residente en la ciudad de Newark. Apenas puso pie en tierra estadounidense se propuso trabajar en lo que sabe mejor.

“Llevó en este negocio desde los 10 años, así que conozco muy bien cada una de las propiedades de las plantas. Como son pequeñas se usan mucho en los apartamentos, y como la gente vive aquí en cuartos o departamentos chicos las llevan porque les da más vida al hogar,” comenta.

Actualmente ofrece unas 100 variedades de plantas. Algunas se las traen del Ecuador y otras, la mayoría, las compra en los viveros locales y se la llevan “en delivery” a domicilio.